En un país lejano vivía un marcianito muy simpático llamado Togón. Tenía ojos de fuego y una antenita en su cabeza. Al atardecer, como lo hacía de costumbre, fue hasta su nave a buscar su juguete preferido, una pelota del color del arco iris que compartía con sus amigos.
De repente se encontró con un zorrillo, que le había pinchado la pelota con sus uñas filosas. Togón no sabía que hacer, se puso muy triste y se puso a llorar y de tanto llorar sus ojos de fuego se apagaron. Después de unas largas horas decidió encender su nave e irse a un lugar mejor, con la esperanza de encontrar nuevos habitantes que valoraran su juguete favorito.
Colorín, colorón esta historia terminó.